El auténtico objetivo de la campaña 'On vas envàs'

Jueves 10 Enero 2013

Catalunya anda revolucionada con una campaña de comunicación ambiental titulada 'Envase, dónde vas' que insta a los ciudadanos a separar los residuos por si son o no envases y no por su material. Este mensaje ha tenido un gran impacto mediático y ha dejado desconcertado a muchos ciudadanos. Víctor Mitjans, el director de estudios de Retorna, analiza en profundidad el contenido de la campaña.

La última campaña de comunicación ambiental de la Agència Catalana de Residus sobre gestión de residuos (#envasonvas) está dando mucho que hablar. Una canción pegadiza, una difusión masiva y un mensaje que ha descolocado a muchos ciudadanos acostumbrados a realizar la separación en orígen de sus residuos por material y no por si este era o no un envase. La campaña ha tenido una gran repercusión mediática  y la web envasonvas.cat ha recibido más de tres millones de visitas en las últimas semanas. Pero también se ha abierto un interesante debate con voces críticas o que directamente exigen un modelo diferente para la gestión de nuestros envases


 
Bajo el lema 'Envase, dónde vas' (Envàs on vas), la campaña se ha centrado nuevamente en los residuos de envases domésticos, que parecen ser la fracción de los residuos que más preocupa a las administraciones. Sin embargo, si vamos un poco más allá, veremos que las razones de la campaña están lejos de obedecer a razones de gestión pública. A diferencia de las campañas comunicativas anteriores, esta se centra no tanto en tratar de aumentar la participación de la población en la recogida selectiva, sino en reducir la cantidad de lo que, en la jerga del gremio, llamamos impropios: aquellos residuos que 'ensucian' el proceso de recogida selectiva y reciclaje. En el caso de la materia orgánica, parece evidente que encontrarse una bolsa de plástico, una pila o una lata dificultan su reciclaje (o compostaje). Pero en el caso de los envases, ¿dificulta su reciclaje una sartén o un vaso de cristal si están hechos del mismo material que pretendemos recoger?

¿Por qué este cambio?
La recogida selectiva de los envases está basada en el hecho de que los envasadores se hacen cargo del coste de la gestión de sus residuos. Para ello, por cada envase que se pone en el mercado pagan un importe (menos de un céntimo por envase de media) para contribuir al coste de la recogida, transporte y reciclaje de los envases recogidos selectivamente. Para identificar los envases que tienen 'derecho a ser reciclados', se utiliza lo que se llama 'punto verde', el símbolo de las dos flechas entrelazadas que podemos encontrar en envases como botellas de bebidas, latas de cerveza, cartones de leche, bolsas de plástico. Siguiendo esta lógica, a mayor número de envases recogidos, mejor nivel de reciclaje (beneficio social) y más coste para los envasadores (coste privado). Pero si hay impropios, los niveles de reciclaje se mantienen y los costes aumentan porque recogemos materiales que no han pagado ese 'punto verde'. La campaña no busca aumentar la cantidad de materiales reciclados (el objetivo social para reducir los impactos ambientales de vertederos e incineradoras), sino reducir los costes de la gestión de estos materiales (para aumentar los beneficios empresariales), aunque sea a costa de excluir materiales reciclables.

La sensación que tiene la ciudadanía después de haber visto u oído los anuncios es de una cierta perplejidad porque creía que poniendo el plástico, el metal y el vidrio donde le piden ya lo hacía bien. Y lo hacía bien. El problema es que el modelo de separación actual no es intuitivo porque no obedece a la lógica de lograr recoger el máximo de materiales reciclables, sino de minimizar los costes privados de los envasadores. Un vaso, una maceta, una sartén, un juguete de vidrio, plástico o metales son reciclables, se pueden reciclar y se reciclan si van a las plantas de tratamiento, pero los envasadores no quieren hacerse cargo de su coste y han decidido unilateralmente que estos productos deben enviarse al contenedor de rechazo (y posteriormente en vertederos e incineradoras). No se promueve el reciclaje, sino todo lo contrario y, además, a costa de hacer cada vez más complicada la separación. Un ejemplo: un cepillo de dientes debería ponerse en el contenedor de rechazo mientras que su envase (mucho más ligero) debería ponerse en el contenedor de recogida selectiva. Y si aspiramos a la máxima participación ciudadana en la recogida selectiva las instrucciones deben ser claras y las tiene que poder entender desde una abuela hasta un doctorado en física cuántica.

28 millones de envases de bebidas cada día están fuera del sistema


Hay que recordar además que el principal problema no es si un sartén va a parar al contenedor de recogida selectiva, sino que la mayor parte de los envases que se ponen en el mercado van a parar a vertederos o incineradoras, es decir que los recursos (escasos) que hemos utilizado para fabricarlos (petróleo, metales, pulpa de papel) se pierden. Por ejemplo, de los 51 millones de envases de bebidas que cada día se ponen en el mercado español, 28 millones se vierten, incineran o abandonan en nuestro entorno a diario. Además, el vertido o incineración de estos envases conlleva costes para las administraciones (y por tanto los ciudadanos): si un envase no se recoge selectivamente, el coste de verterlo o incinerarlo no lo pagan los envasadores.

Corregir esta situación debería ser el principal objetivo de la administración con respecto a la gestión de estos residuos. Y hay alternativas. Si después de 15 años de recogida selectiva todavía no hemos conseguido reciclar la mayor parte de los envases, ha llegado el momento de explorar otras vías como los Sistemas de Retorno y los impuestos ambientales. De esta manera, se lograría que los envasadores se hagan cargo de los costes que tienen para las administraciones los envases que no se recogen selectivamente y que ensucian las calles, plazas, playas y espacios naturales.

Con este artículo no quisiéramos, en ningún caso, generar desencanto sino abrir una reflexión sobre las limitaciones y aspectos a mejorar en el modelo de gestión de residuos. El objetivo debería ser avanzar hacia el residuo cero, un futuro donde no se pusiera en el mercado ningún producto que no fuera reutilizable, reciclable o compostable, como solicita el propio comisario europeo de Medio Ambiente Janez Potocnik.  y que distribuyera responsabilidades económicas de manera justa y transparente librando la administración de unas cargas que no los deberían corresponder.

@vmitjans


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